Hay cosas que ya no sabés callar
Hoy la Luna arde en Leo y no lo hace sola. Está con Marte. Y Venus todavía late cerquita de Quirón.
Como si el cielo entero estuviera diciendo: “ya está, ya fue suficiente”.
No de bronca. De verdad. Hay cosas que ya no sabés callar.
Y no porque te hayan dado permiso. Sino porque el cuerpo te empezó a hablar más fuerte. Porque el deseo dejó de poder disfrazarse de paciencia. Porque lo que antes aguantabas sin pestañear, ahora te hace doler los dientes de tanto apretar la mandíbula.
No es rabia. Es memoria. Es todo lo que no se dijo a tiempo.
Es el fuego que se tragó tu garganta para no molestar, para no perder, para no romper. Y que ahora sube. No como grito, sino como verdad.
Quizás no sepas todavía cómo decirlo. Quizás solo lo estás sintiendo en el pecho, como un peso o una corriente tibia que pide salir.
Pero ya sabés que no vas a seguir quedándote donde no hay lugar. Ya sabés que no tenés que volverte más chiquita para que alguien se quede. Y eso, aunque duela, es libertad.
A veces se confunde el amor con esa capacidad absurda de esperar que el otro cambie.
Y no. Amar no es quedarse sin voz. No es ponerle el cuerpo a todo. No es entenderlo todo. Es cuidarse también. Es decir basta. Es animarse a perder para no perderte.
Hoy es uno de esos días en que algo se acomoda. No afuera, adentro.
Como si la herida no te doliera menos, pero sí distinto.
Como si por fin entendieras que no se trataba de sanar, sino de reconocerte. Y hacerte lugar.
Aun cuando tiemble. Aun cuando no tengas palabras.
Hoy es uno de esos días en que escribir puede abrir una puerta. No para volver. Para estar en vos.
Con amor, Cin.
Tremendo, Con! 🫀🔥