Ayer a la tarde fui parte del Círculo esotérico creado por Dalia. La invitada Eva Spina. El diálogo que se fue construyendo fue un eco profundo, una sacudida de esas que te anclan al momento presente. Nos vamos a morir, nos dijo, y en esa verdad cabía todo: el miedo, el asombro, la entrega, la alegría, el amor, la vida.
No era solo un recordatorio, era un umbral. Uno que cruzamos juntas para mirar de frente aquello que tantas veces evitamos.
La conversación amorosa se deslizó entre planos, entre lo tangible y lo invisible, entre quienes estábamos ahí de forma física y las presencias que flotaban como hilos sutiles, tejiendo un tapiz de sentidos que no necesitaban cuerpos para ser reales.
La mediumnidad, dijo Eva, no es otra cosa que una comunicación de almas. Una comunión que trasciende el tiempo y el espacio, donde los que partieron todavía nos susurran al oído, donde la vida y la muerte bailan una danza continua.
Pensé en todas las veces que sentimos la presencia de quienes ya no están y en cómo, aun sin palabras, nos enseñan a vivir más allá de su ausencia.
Memento mori. La muerte nos espera a todos, pero, lejos de ser una amenaza, es el recordatorio más valioso de que estamos vivos.
Cada día que vivimos como si fuéramos eternos es un día que dejamos escapar entre las manos. La certeza de la muerte no es desesperación; es una invitación. A amar con más intensidad, a decir lo que tememos, a crear sin frenos, a dejar de temerle al riesgo de estar aquí. La finitud nos devuelve al centro: al ahora.
Mary Oliver lo preguntó con la claridad de quien sabe lo que es vivir con propósito: ¿Qué piensas hacer con tu única, salvaje y preciosa vida? Esa pregunta arde. No da tregua. Nos pone frente al espejo, frente al peso de nuestras elecciones, frente a las veces que hemos postergado lo que de verdad importa.
¿Qué vas a hacer con lo que eres, con lo que sientes, con lo que sueñas? ¿Qué vas a sembrar en este breve tránsito por la carne y el tiempo?
Pensé en las veces que dejamos que el miedo a lo desconocido nos detenga, cuando, en realidad, lo desconocido es lo único seguro.
Memento mori no es una sentencia; es una brújula. Un recordatorio de que cada respiración importa, que cada instante es un regalo que un día se extinguirá. Y en esa finitud radica la urgencia de vivir de verdad.
Este Círculo dejó preguntas que aún sigo degustando: ¿Qué cadenas estoy dispuesta a romper para abrazar esta vida en toda su intensidad? ¿Qué quiero dejar atrás antes de que el tiempo me reclame? ¿Y qué estoy dispuesta a crear, sentir, y amar con todo lo que soy?
Porque al final, el único pacto que importa es con la vida misma: vivirla sin reservas, como quien sabe que cada instante lleva el pulso de lo eterno.
Cin ~ ♡